lunes, 19 de marzo de 2012

Del éter

Por Cherman Sanz "aka" Velvet Revolver.


Para Angie Leal Rodríguez:

Los dioses me arrastraron hacia tu ribera, paraje de historias y leyendas. Enamorado quedé desde un primer momento de tu prosa punzante y certera, mas jamás imagine yo entonces que detrás de tan centellante mente se escondería la más bella de las mortales ¡Ay! Como perfora el recuerdo pertinente mi coraza, al concebir ahora detrás de mis ojos tu imagen ¡Dioses malditos! Que me arrastran al pecado de tan imposible ensueño, pues amarte se ha convertido en una pesada carga.
El silencio es hoy mi aposento, la soledad mi reino y el mundo, mi cruz ¿Cómo derramar una vida que alguna vez fue plena por una inconsciente acción del corazón? ¿Cómo? Pues efectivamente alguna vez creí amar, sentir el otro cuerpo formar junto a mí un complemento, una unidad ¿Pero ahora?  Ahora todo eso pertenece al pasado. Mi estrecha corriente de pensamiento de pronto se ve asaltada por preguntas cobardes y respuestas que dejan grandes vacios flotando en el aire, todo parece de golpe dilatarse, extenderse irrevocablemente y al final, al final tú.
La verdad se ha revelado finalmente ante mí y no puedo pretender mirar hacia un costado, pues si esto es solo un acto de locura, una infame jugarreta de mis sentidos, pasará. Pero si por el contrario, es esa fuerza incomprensible que hala los hilos de nuestras almas para unirlas en el júbilo de la eternidad; seré poseedor de la más grande riqueza que se ha provisto para el hombre alguna vez.
No temo princesa dejar mi pasado rezagado, temo a las consecuencias de ese suspenso indefinido, al cólera kármico que se pueda proyectar en mi camino a causa de ciertas promesas rotas. Mi mujer, temo que ella no toleraría nuestra separación ¡Pero la razón, esa entrometida no siempre me habita! Por eso este mensaje epistolar que llega a tus manos y penetra tus ojos, esos negros ojos de ébano que guardas tímidamente bajo el cristal de tus lentes. Temo sirena de mi desamparo, que solo tú tienes la clave de mi destino, en ti reside el futuro de mis días.
Si supieras la extensa y ancha franja de tiempo que vengo sucumbiendo en la desesperación de este imposible, de este letargo sueño. Si comprendieras seguramente afloraría naturalmente en ti cierto cariño incondicional, quizá fruto de la misma pena al conocer las penurias por las que he tenido que pasar al amarte en tan amargo exilio. Pero que, por inmutable orgullo omitiré narrar.
Sin embargo colosal belleza de la creación, inmensa es tu sombra sobre mí. No puedo simplemente quedar esperando a tu respuesta, sopesar calladamente el peso del silencio. Imploro tengas en cuenta mi sinceridad y no tomes por desesperada, ni por cobarde mi medida. Muy dentro, en el fondo de mi pecho, le alcanza a mi corazón con saber que al menos ahora conoces la verdad de lo que siento.
Sin más molestias, me retiro con estas palabras que humildemente he escrito para ti, inmortal ninfa de mi edén.


“Quisiera amarte más allá del paso de los hombres
y desterrar en aquella eternidad, toda la locura del recuerdo
concentrado en esta vida desgraciada
que es amarte en las penumbras del silencio.
En la nada misma resuena el eco de mis pensamientos, llamándote
¡Llamándote amada mía!
Amada mía escucha bajo el manto de este cielo,
en la noche profeta del destino y de los desamparados,
te dirá que en el mañana
aquel que está más  allá de nuestra luna,
un alma que hoy es miserable y pequeña
¡Sera más allá de nuestra luna mañana!
Un amante que corromperá tu ente
y aunará los cuerpos celestiales, para formar de uno más uno
simplemente uno.”


P/D: Mañana no habrá sol si no te tengo.

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