miércoles, 11 de abril de 2012

En días de tormenta



Por Camila Aldana Carbel.


     Los ruidos extraños empezaron una tarde de tormenta, cuando llego a la casa, descubrió una nota sobre la mesa, era de su madre diciendo que se había ido al mercado, que no tardaría. Como no quería quedarse sola, no después de lo del verano anterior, se fue a la casa del lado, donde vivía su amiga, pero no había nadie en casa, y la pequeña llovizna se transformó en una gran lluvia. No tuvo otra opción que volver a casa y esperar a su madre, espero quince minutos y ella no volvía, la lluvia era muy fuerte, y  su casa no está en lo alto, por lo que empezaba a entrar agua en la casa, fue en busca de un secador para tirar el agua por la rejilla que se encontraba en el baño cuando sonó el teléfono, era su madre diciendo que estaba en casa de su hermana, la tía Susana, debido al fuerte viento y la gran cantidad de agua que corría por las calles, se quedaría en casa de la tía. Apenas bajara un poco el agua regresaría a casa, le dijo a su hija que cerrara todo con llave, y que tuviera velas o la linterna a mano por las dudas se cortara la energía. En ese momento empezaron los ruidos, pero pensó que podían ser los gatos, corto la comunicación con su madre, y decidió que no quería estar completamente sola, debía entrar a los perros, Julia y Robin, aunque sabía que ensuciarían y mojarían todo y luego su madre la amenazaría con dar a los perros, pero nada le importo, salió al patio y dejo entrar a los perros. Cuando paso por el garaje, vio que estaba totalmente lleno de  agua, pero había dos o tres escalones no creía que el agua subiera demasiado, siempre había tormentas, llovía unos minutos y luego salía el sol nuevamente, no había porque alarmarse demasiado, en una hora como mucho su madre ya estaría en casa.  Pasaron treinta minutos, y volvió a sentir los ruidos, que venían del fondo de la casa, ella se encontraba en la entrada, donde estaba su habitación, la cocina el baño y el living, en la parte trasera estaba el pasillo que se dirigía a la habitación de su hermano, a la de su madre, al lavadero y por final el garaje y el patio.

     Los ruidos cada vez iban siendo más fuertes y con más frecuencia, decidió que debía llamar a su madre, pero cuando entro a su habitación para descolgar el auricular del teléfono los ruidos cesaron y decidió no llamarla, si ella solo diría que era su imaginación. De repente se le cruzo por el pensamiento su padre, luego de la muerte de su hermano mayor, Pablo, sus padres se había separada, y nunca más volvió a saber nada de él.

     Ella no se había vuelto a quedar sola en la casa después de la muerte de su hermano.

     Cuando ocurrió la tragedia, sus padres estaban de viaje, ella se levantó alrededor de las diez de la mañana, la casa estaba en silencio, pensó que su hermano aun dormía, siempre dormía hasta tarde. Encendió la TV, y cuando el reloj dio las doce, decidió tocar la puerta de la habitación de Pablo, como nadie contesto le grito que se levantara, y salió a comprar comida. Nunca había tenido muy buena relación con su hermano, él siempre la molestaba y la asustaba. Cuando volvió, al ver que su hermano no había puesto los platos, decidió ir a levantarlo de los pelos aunque después seguramente discutirían y pasarían todo el día sin hablarse.

     Entro a la habitación abriendo la puerta de golpe, y vio a su hermano mayor colgado por el cuello de una soga atada en una viga del techo. Su habitación, igual que toda la otra ampliación de la casa había sido construida en madera, y en el techo se encontraban cinco  vigas en forma paralela. Se quedó atónita, y luego pensó que era una más de las bromas de su hermano, le dijo que no jodiera, que ya estaba la comida, como no se movió se acercó para pegarle, pero al contacto con la su piel descubrió que estaba totalmente frió, esta vez no era una broma, esta vez no, esta vez era en serio.

     Salió corriendo de la habitación, llamo a una ambulancia y luego llamo a su vecina que acudió al instante, era una larga historia y no le agradaba recordarla, lo peor había sido que antes de esa noche, durante todo el día se habían llevado mejor que nunca, habían alquílalo unas películas, y hablado sin gritarse, el hecho de que se hablaran ya era algo inusual.

     Y ahora, un año más tarde, se encontraba otra vez sola en casa. Para colmo llovía, no es que no le gustara la lluvia al contrario le agradaban las tormentas, al igual que a su hermano, solo que esta vez su hermano ya no estaba, y está el hecho de que en día que lo encontró colgando del techo, también llovía.

     Su madre no volvería hasta que bajara el agua, y todos estos recuerdos no la dejaban tranquila, por lo que decidió cerrar con llave la puerta que daba al pasillo y quedarse en la parte delantera con los perros. Luego de hacer esto los ruidos volvieron, y se cortó la luz, por lo que quedó sumida en la más perfecta oscuridad, pero aun si logro llegar hasta donde estaba el teléfono, llamo a su amiga-vecina, pero nadie contesto, por lo tanto los ruidos no podían provenir de la casa del lado, y al otro lado de su casa había un sitio baldío. Por lo que los ruidos eran en su casa, decidió buscar algo en donde poder poner las velas, pero aun no las encendería, se quedaría con la luz de la linterna.

     De repente los ruidos cesaron y solo se escuchó el silencio, paso unos minutos y nada, puro silencio, empezó a desesperarse, y encendió tres velas, una dejo en su habitación y se llevó dos al living, los perros estaban con ella. La llovía no disminuía su intensidad, por lo que empezó a entrar agua en el living, en quince minutos subió tres centímetros dentro de la casa, la cosa se ponía muy fea.

     Robin se fue a subir a su cama, le tenía mucho miedo al agua, en cambio Julia amaba el agua, se hecho a sus pies mojándose todo el lomo y la cara. El viento aumento, pero no un viento cualquiera, era un viento muy fuerte, y luego el granizo, ella odiaba el granizo, los rayos que caían a no mucha distancia iluminaban toda la casa por unos segundos, para luego dar paso al monstruoso ruido de los truenos, decidió que debía llamar a su madre, pero al descolgar el auricular del teléfono descubrió que se había cortado la línea. Volvió al living donde la esperaba su perra, estaba a punto de dejarse caer sobre el cómodo sofá cuando  un ruido muy fuerte la hizo templar y pegar un grito. Se había asustado mucho, hasta le cayeron algunas lágrimas, pero aun así decidió tomar coraje e ir a la parte trasera de la casa para saber que sucedía, pero claro siempre con la linterna. Primero encendió todas las velas que tenía, dejo cuatro en cada habitación y llamo a Julia y Robin, eran perros protectores, y si ella daba la orden podían hasta matar a una persona, no eran malos, pero eran obedientes.

     Abrió la puerta, ilumino todo el pasillo y entro con pasos vacilantes con un perro a cada lado, reviso toda la casa, la cual estaba toda inundada, no era demasiada agua pero si cubría todo el suelo de la casa. Abrió todas las puertas para mirar adentro y comprobar que no había nada, excepto la puerta de la habitación de su hermano. Cuando paso miro hacia el patio y descubrió que un árbol se había caído, ese tenía que haber sido el ruido tan fuerte que oyó minutos antes.

      Cuando volvía para la parte delantera de la casa, los ruidos volvieron y los perros empezaron a ladrar, y se salieron antes de que ella pueda cerrar la puerta, no sabía que hacer, los llamaba pero los perros no hacían caso, por lo que decidió ir a buscarlos, y los encontró ladrando de pie en la puerta de la habitación de su hermano, los ruidos habían ido disminuyendo a medida que se iba acercando, para cuando encontró a los perros, ya habían cesado, pero los animales no dejaban de ladrar. Decidió mirar por el hueco de la llave, pero no vio nada, estaba todo oscuro, estuvo unos minutos sin saber qué hacer, cada vez que se alejaba los ruidos volvían de a poco, hasta que ella regresaba, decidió que tenía que ver que había adentro, seguramente nada, al menos eso quería pensar.

     Por fin reunió todo su coraje y  abrió lentamente y de a poco la puerta, los animales no entraron se quedaron en la puerta junto a ella, ilumino una parte y como no vio nada raro decidió abrir la puerta del todo, pero al iluminar el centro de la habitación, en el piso vio una silla tirada, levanto la linterna para poder mirar que había más arriba y vio la cuerda, colgada de la viga, con el nudo al final, lista para quien quisiera ahorcarse, hasta la silla estaba debajo de ella. La horrible escena la dejo paralizada unos segundos, no sentía las piernas, en realidad no sentía nada, solo que su corazón se encogía cada vez más, hasta que pudo reaccionar y salir corriendo, su cuerpo le temblaba, quiso cerrar la puerta de la parte delantera, pero se acordó de los perros, los llamo gritando a todo pulmón y esta vez hicieron caso, entraron y ella cerró la puerta con llave, y empezó a llorar.

     Abrió la puerta de la calle, el agua ya le llegaba a la rodilla, y la casa de su tía Sally se encontraba a diez cuadras, y la lluvia no disminuía, había autos tapados hasta la mitad, sabía que no podía ir con los perros, se hundirían, su casa no estaba en lo alto, pero el terreno seguía hundiéndose en la dirección de la casa de su tía y al pasar unas cuadras el agua le llegaría hasta la cadera, por lo que dejo a Robin en casa y ella iría a casa de su tía Susana con Julia, la perra sabía nadar. Robin era su perro, y Julia era la perra de su hermano. Le costó tomar la decisión dejar a su perrito allí, pero no podía quedarse, estaba muy asustada, y no podía llevar a Robin con ella, no sabía nadar. Lo subió a su cama, le acaricio la cabecita, le dio un beso y comenzó a alejarse, Robin al ver que se alejaba empezó a llorar, pero no se animó a bajarse de la cama. Llamo a Julia, está la siguió sin problemas, a mitad de la primer cuadra Julia tuvo que empezar a nadar, a ella el agua le llegaba casi a la cadera, como había calculado, iban a paso lento, sin despegarse una de la otra, después de diez minutos, habían llegado a más de la mitad del camino, iban pegadas a la pared, porque no se podía distinguir donde terminaba la vereda y empezaba la calle, no pasaban autos, excepto dos camionetas que pasaron, e hicieron subir al agua mojándola hasta el cuello.

      Cuando ya les faltaba una cuadra, perdió de vista a Julia, la llamo y llamo, pero la perra había desaparecido, empezó a llorar, se volvió una cuadra más, y no la vio por ningún lado, y tuvo que seguir adelante, sabía que no se podía haber ahogado. Cuando se iban al lago, Julia nadaba hasta una hora, y ahora solo habían pasado alrededor de quince minutos. A pesar de su incertidumbre y el gran miedo que la invadía, logro llegar a casa de su tía, apenas  llego le contó todo a su madre, lo de Julia y lo de los ruidos. Cuando finalizo su relato la lluvia paro, cuando el agua les llego a las rodillas decidieron volver a su casa y ver qué pasaba, ella tenía la esperanza de encontrar a Julia ahí, pero cuando entraron a la casa se sorprendieron aún más a ver que Robin estaba en la mesada de la cocina, ninguna de las mujeres podía explicarse como había llegado hasta allí, sabían que si se hubiera bajado de la cama se hubiera ahogado. Pero el agua dentro de la casa disminuía con rapidez, por lo que bajaron al perro, pero este al sentir el agua, salía corriendo hacia la cama de su dueña.

     Cuando las tres mujeres entraron a la habitación de Pablo, confirmaron lo que ella había dicho, esteba la silla, con la que su hermano se había ahorcado y la soga en la misma posición, ese mismo día empezaron a empacar las cosas y decidieron vender la casa. Todos los propietarios siguientes dijeron escuchar ruidos en la habitación que una vez perteneció a Pablo, y  en los días de tormenta los ruidos eran mas frecuentes y siempre encontraban una de las vigas del techo, igual a como había hecho Pablo para terminar con sus días. De Julia nunca más se supo, simplemente desapareció. Tampoco nadie encontró una explican lógica, para saber cómo Robin logro subir a la mesada…
      

Fin.

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