domingo, 21 de julio de 2013

En la fila

Por Pepe Martinez.

1

Estoy parado en esta fila, esperando.

¿Qué espero? No tengo ni la menor idea, quisiera decirte algo más, pero la verdad es…que no tengo ni la menor idea de que hago en esta línea. Desperté hace poco –o eso es lo que creo- y ya estaba parado frente a este tipo. No es un gran conversador y no me importa, lo cierto es que odio a todas las personas que no conozco. Miro a su costado y logro ver el final de la gruta, desemboca en hueco tan negro como la noche, faltan pocos para que llegue mi turno de pasar. Giro la cabeza para ver a mi espalda y la línea de espera es tan larga que no logro ver donde termina. Por alguna razón me siento afortunado, ya casi es mi turno.

Es poco lo que se puede hacer cuando estas esperando, mi cerebro buscar formas de distraerse, para mantenerme “calmao”, porque sé que a nadie le gusta verme “enojao”. Recuerdo que cuando era pequeño mi abuelo me enseño un truco para no perder los estribos. Lo llamábamos la palabra del sentimiento, se trataba de algo que yo consideraba tonto, pero con el paso del tiempo logro ayudarme a controlar la bestia que llevo dentro. Así que lo hago, como cuando era pequeño, busco en mi interior y la primera palabra brota.

Calor.

Esa es la palabra que vocifera mi mente. No es el calor seco al cual estoy acostumbrado, esto es un calor húmedo, de ese que se pega al cuerpo con tal vehemencia que desearías estar desnudo para evitar que la ropa se pegue al cuerpo y no sentir esa asquerosa sensación pegajosa. Es sofocante, el vapor se cuela entre las rocas rojizas y se pega en el rostro que no deja de sudar. Lo peor es la sed y el deseo de saciarla, que se ha convertido en una pequeña obsesión. Mi instinto me dice que aquí no hay agua, y si la encontrara no serviría para inundar el desierto en el que se ha convertido mi garganta. Elegí la palabra equivocada, no siento calma y la respiración forzada del gordo que tengo detrás golpeándome la nuca no me ayuda para nada. Buscare otra palabra, algo que me centre.

Tiempo.

No me he percatado, ¿Cuánto tiempo ha pasado? ¿Una, tal vez dos semanas? La fila no ha avanzado, pero siento que el tiempo ha avanzado, la barba me ha crecido y estoy casi en los huesos. Sería bueno saber cuánto tiempo llevo parado, pero aquí no existe manera de medir el tiempo. Podría correr, intentar llegar al hueco y ver qué es lo que hay al final de la hilera, pero algo en mi interior me dice que no serviría de nada, que si salgo por patas y cruzo por ese portal no encontrare lo que esta “reservado” para mí. Así que escucho a mi instinto que susurra:

Espera.

La espera me está matando, no aguanto más. Sé que han pasado meses, tal vez años. Veo mi barba larga y gris. He avanzado dos puestos en todo este tiempo.

¡Dos malditos puestos!

Es lo único que he logrado caminar, intento relajarme, quiero saber lo que hay al final, pero es demasiado. Por segunda vez en mi vida dejo escapar la ira. Mi cerebro grita.

Destroza.

La ira me está consumiendo. Intente descargar mi enojo con el vecino de enfrente pero me frene, decidí que lo mejor era tomarla contra el tipo de atrás. Pero siempre me detengo en el último instante. No sé explicar la razón por la que me detengo.

Estoy cansado. ¿Por cuánto tiempo he golpeado la roca?

Mi barba ahora es más larga y de un color blanco mugriento. La furia sigue atacando y yo continúo golpeado las paredes, mis nudillos están pelados hasta el hueso y mis pies están deformes por las fracturas que me cause al apalear las estalagmitas que he encontrado al avanzar estos cuatro puestos. No hay más que hacer, sólo me queda aguantar, seguir golpeando. Golpear hasta que mis puños se destrocen y cuando ya no funcionen, usar los codos, los hombros y lo que haga falta. Solo me queda la esperanza de llegar al final de la fila. Si, solo me queda la:

Esperanza.

Mis piernas pasaron la historia, inútiles por lo que parecen ser cientos de años de estar en este lugar, ya no soportan el costal de huesos y putrefacción en el que me he convertido. Debería sentir lastima de mí mismo, pero lo único que me importa es llegar al final. La vista ya no es lo que era. No logro ver más allá de mi vecino de enfrente –el ángulo no me favorece- , podrían faltar uno o dos lugares. Solo espero que llegue pronto. Supongo que la infección que me come la carne era de esperar, por algún motivo me libre de ella por algún tiempo, el dolor de los gusanos devorándome lentamente no me importa, han llegado hasta mis hombros que utilizo para aporrear el suelo por el que me arrastro. Lo único que me importa es llegar.

¡Por fin!

Todo está borroso, pero puedo sentir el borde, estoy a punto de entrar –o de salir-, mi turno está por llegar. Es tan liberador el llegar al final de esta espera. Hay algo nuevo, no es el escozor de la infección o el reptar de los gusanos que se alimentan de mí. No, esta sensación es nueva, están terrible, como si fuera de otro mundo, me paraliza.

Dolor.

Es lo que siento y no me deja mover. Los músculos de mi cuello se tensan y siento mis dientes castañar. A pesar del ardor de la roca siento el sudor frio que recorre mi espalda. Me falta el aire, en toda esta espera nunca había experimentado algo así, lo peor es la presión en el pecho, es como si todos los que esperaran en la fila estuvieran parados sobre mí. Este efecto es superado por el ardor, comienza justo en la coronilla. Parece como si un relámpago me hubiera golpeado y el corazón me late a mil por hora. El dolor de las fracturas era llevadero y la infección soportable. Pero esto…esto me derrumbara. Estoy tan cerca y este maldito dolor no me deja avanzar. Un poco más, solo un poco más. Me digo a mi mismo antes de desmayarme.

2

—Por sus crímenes en contra de la humanidad se le sentencia a la pena de muerte —dijo el ejecutor.

Sentados en primera fila se encuentran los supervivientes, madres, padres, hermanos e hijos de las víctimas. Algunos aun llevan vendajes manchados por la sangre fresca.

—La corriente eléctrica pasara a través de su cuerpo hasta dejarlo sin vida.

El ejecutor da la señal y la corriente de dos mil voltios atraviesa la piel del ejecutado, quien convulsiona en el primer choque eléctrico y se desvanece. Se da la siguiente orden y la segunda carga es liberada, la corriente freirá sus órganos y terminara la ejecución. El medico se acerca para comprobar si aún hay signos vitales. Hace su examen de rutina.

—Está hecho —sentencia.

El verdugo da la señal para terminar la ceremonia. Lo que pasa a continuación acompañara a cada uno de los presentes por el resto de su vida.

—¡NO! Estaba tan cerca, ¿Qué me han hecho? —grita entre lágrimas y sollozos el que debería estar muerto.

Los presentes gritan con horror, mientras una descarga con más potencia atraviesa la carne del resucitado.

3

Abro los ojos, sé en donde estoy. Sé que hago aquí, he perdido mi lugar en la fila. Espero llegar pronto y que esto por fin termine.

4

—Es un caso muy extraño —dice el encargado del laboratorio.
—¿Hace mucho que lo tiene aquí? —quiere saber el recién llegado.
—Poco más de treinta años —dice mientras ven por el vidrio polarizado—, es sorprendente, lo hemos intentado todo. La electricidad fue solo el inicio, gas, venenos potentes, desechos tóxicos, balas directas en el corazón, extirpar órganos vitales.
—¿Han con el cerebro?
—Es lo que todos los recién llegados sugieren —dice con una sonrisa condescendiente—, si lo hemos intentado, como sus órganos, logra regenerarse. No nos mal interprete ya no es que queramos matarlo, no importa que tanto él lo desee. Ahora es nuestro objeto de investigación más preciado.

5

Ya perdí la cuenta, no sé cuántas veces he llegado a esta fila, ya no sé quién soy o si alguna vez lo supe. Trato de recordar, que fue lo que hice, viajo a mi pasado para tratar de recordar que hice, que fue tan malo para regresar a esta roca hirviente y despertar para ser torturado otra vez por esas bestias vestidas de blanco. Supongo que debió ser algo muy malo. Solo espero que algún día pueda llegar al final de esta interminable espera.

Me tocó escribir un relato de terror.

1 comentario:

  1. Me encantó!!! Es sorprendente, creativo, triste y tenebroso, genial, pobre hombro y que ciclo tan desesperante e interminable. Su crimen debió ser enorme para recibir tal castigo, saludos y perdón por la hora.

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