miércoles, 17 de julio de 2013

¿Y tú, por qué estás castigado?

Por Muriel Menéndez.

   Susana, hija del lechero del pueblo era la niña más apreciada, más querida, más guapa de entre todas las niñitas del pueblo. Sin duda, era lo que pensaba su abuela. La verdad que la chiquita no era nada del otro mundo, pero si era cierto que tenía un curioso don, del cual su abuela no sabía. Disponía de lo que podríamos llamar en nuestro idioma corriente y moliente, como “capacidad instantánea de echar males de ojos”. Lo malo de este don de la “gafidad” (como solía llamarlo con sus dos mejores amigas, ya que el don del gafe, no les parecía sonoro), era que no salía siempre como Susana pretendía. Esto podía deberse a varios motivos, que como sabréis más adelante mis queridos lectores, ya he contado.
¿Y quién está contando esto? Os preguntareis mis queridos lectores del futuro. Mi familia me llama Quique, mis amigos Kike, y para usted, o espero ustedes seré conocido como Enrique, el Sultán. Lo del Sultán aun tengo que pensarlo, no estoy seguro si sería un apodo correcto para un servidor cuando sea escritor, pero me gusta como suena.
Pero bueno sigo con la historia. Conocí a Susana en el colegio, ella era de un curso mayor por lo que solo la veía en el recreo, y en la hora de educación física ya que ella la tenía a la misma hora y compartíamos el patio.
¿Cómo supe de su don? Uno de los primeros días de educación física me lesionaron y estuve el resto de la clase sentado en un banco. Debía de haber estado pendiente de los ejercicios que hacía mi clase, pero lo cierto es, que me fijé en Susana. Su clase jugaba al voleibol y Susana no era demasiado buena, y por ello algunas niñas de su clase, cuando Susana fallaba, se bufaban de ella, e incluso la agredía cuando el profesor no miraba. Y fue cuando lo vi. Lulú y Carolina, las amigas de Susana la alentaban para que Susana hiciese algo. Aunque desde mi posición no estaba seguro a que se refería. Entonces, Amanda, la chica que más había estado molestando a Susana, arrojó a Susana un batido de chocolate que la pringó entera. En ese momento Susana sonrió la miró y susurró algo. Dio unos pasos hacia atrás sin perder de vista a Amanda y acto seguido una gran rama que había cerca cayó sobre Amanda dejándole una pierna escayolada durante unos días.
Desde aquello procuré no perder de vista nunca a Susana y vi como pasaron cosas similares:
 Situación 1: Susana, Carolina y Lulú tomaban su desayuno en un banco del patio, y llegaron hasta ellas Amanda y sus compinches. No escuchaba lo que decía ya que yo me encontraba a una distancia prudente de seguridad para no ser descubierto. Pero pude ver como al final Amanda acabó agrediendo a Susana y quitándole un paquete de chuchería que le asomaba en el bolsillo. Con forme Amanda se alejó de ellas unos aspersores cercanos saltaron y se pusieron en marcha sin previo aviso mojando completamente a Amanda y sus amigas. De nuevo, Susana y sus dos amigas rieron con la mirada.
Situación 2: Era salida del cole, y todo el mundo se empuja por los pasillos para salir el primero. A Lulú, que era una personita pequeñita para la edad que tenía, la empujaban con mucha facilidad y la pobre chica quedaba aplastada siempre contra las paredes. Ese día vi como un chico de su clase la empujó para variar y le hizo bastante daño. Susana gritó “¡Deberías caerte!” y acto seguido el niño comenzó a rodar por las escaleras.
Después de tomar estas anotaciones hablé con mi padre. A mi padre le gustó mi iniciativa y me dijo que un buen periodista debe arriesgarse más si es necesario, si así consigue mejor material. Así que ideé un plan durante todo el fin de semana para ponerlo en práctica el lunes siguiente. El plan sería el siguiente. En la hora de educación física que teníamos el lunes yo pediría ir al servicio, pero en ese tiempo iría hasta mi clase, cogería mi grabadora, iría hasta la clase de Susana y buscaría el sitio perfecto para ella, y luego como si nada, volver al campo. Así podría escuchar y saber si también ocurrían cosas curiosas mientras dan su clase. A última hora mientras todo el mundo sale yo iría a su clase a recogerla, asegurándome por supuesto que no me viera nadie.
Y por fin lunes. Me desperté de un respingo cuando sonó el despertador y me apresuré a vestirme y preparar todas las cosas para el colegio. “Hoy va a ser un día muy importante en mi carrera, sin duda”, pensé mientras que esperaba el bus.
Las tres primeras clases del día transcurrieron con total normalidad. En el recreo estuve siguiendo a Susana pero sin que pasara nada interesante. Y por fin la hora de educación física. Nuestro profesor nos puso a hacer el calentamiento y como había planeado le pedí ausentarme para ir al servicio. Salí corriendo hacia mi clase, cogí la grabadora y fui hasta la clase de Susana. Estando allí la encendí y grabé:
 “Lunes, 26 de septiembre de 2013. Estoy en la clase de Susana y me dispongo a buscar el sitio adecuado para dejar esta grabadora y seguir con mi investigación. Estoy mirando las distintas mochilas a ver si por casualidad pudiera adivinar cuál es la suya. Sería interesante colocar la grabadora lo más cerca de su mesa… después de varias mochilas he comenzado a abrir las carpetas que han dejado encima de la mesa y he encontrado una que tiene pegada una foto de Susana, Carolina y Lulú. Susana sale guapísima y… Oh oh, Sus susss, Susana, ¿Qué haces aquí?”
Susana había entrado a la clase y por la postura me da que llevaba un rato observándome. Me quedé perplejo mirándola, no quería ni moverme. Casi no respiraba. Y ella rió y continuó la conversación que yo mantenía solo:
-         Es mi clase, he venido a coger una cosa. ¿y tú?, ¿quién  eres y por qué sabes mi nombre?
-         Hola, mi nombre es... es... Kike, si, Kike es el nombre adecuado quizás.
-         ¿El nombre adecuado?
-     Si verás, mi nombre es Enrique, pero según qué círculo me llaman de una forma u otra y he pensado que tu, quizás po, po, podrrías llamarme Kike.
-         ¿y en qué circulo me has metido exactamente?
-         En el.. el… el de mis amigos.
-        Oh vaya, gracias supongo. Aunque es difícil que me consideres tu amiga cuando no sabes ná de mi.
-   Lo cierto es que si sé. Soy periodista y te he estado observando (no sé si eso suena bien) observando... pero un poquito solo. Verás me he percatado que a veces le pasan cosas a la gente cuando tu lo deseas o lo dices. Y vi, que Carolina y Lulú se ríen cuando pasa por lo que le da peso a mi teoría.
-         Comprendo … 
Después de esa ultimaba palabra que parecía dar fin a la conversación. Susana se sentó en una de las mesas cercanas y buscó algo en una mochila y lo guardó corriendo en su bolsillo. Me miró un par de veces antes de volver a dirigirme la palabra y por fin vi que se decidió a hablar:
-         Te llevarías bien con Carolina y Lulú. Ellas tienen una teoría parecida a la tuya.
-         Ah, ¿siiiii? ¿Y tú no piensas lo mismo?
-         Bueno, yo prefiero creer que son coincidencias.
Dicho esto, como si nos estuvieran escuchando, Carolina y Lulú se asomaron por la puerta riéndose. Al parecer llevaban todo el rato escuchando la conversación. Y entonces una de ellas, Lulú creo, me comentó su teoría, la cual era muy parecida a la mía.
Estuvimos riendo un buen rato. Bueno, más que un buen rato el resto de la clase, pero yo no me di cuenta hasta que sonó la sirena. En ese momento los cuatro nos miramos y nuestras caras expresaban exactamente lo que pensábamos “He hecho piarda”. No estaba seguro hasta que punto pensaba las chicas igual que yo pero yo tenía muy claro lo que pensaba. Y en ese momento comenzó hablando Susana:
-         Chicas, otra falta. Nos advirtieron que no podíamos empezar el año volviendo a faltar.
-         Quizás podrías intentarlo. – Continuó Carolina.
-         Estás loca Carolina. Ya lo hemos hablando. Crearía un bucle en el tiempo.
-         Quizás no
-         Quizás no … ¿Eso contestas? Y si Quizás sí… ¿entonces qué pasaría?
-         Nunca lo sabremos si no lo probamos. Susana la decisión es tuya. ¿qué vas a elegir?
-        Pues… pues… lo cierto que si es verdad que yo sea capaz de hacer algo así… sería peligroso. Pero ya sabes Carolina que yo no creo. Así que podría decirlo y así cuando vierais que no pasa nada dejaríais el temita. – Dijo Susana con voz segura pero algo tartamuda. En el fondo yo creo que Susana no estaba cien por cien segura de que no tuviera esa capacidad.
-         Perdonad, que os interrumpa chicas, pero, ¿de qué estáis hablando exactamente?
-     Carolina quiere que Susana desee que esto jamás haya pasado. Con eso quizás se borrara el tiempo, pero eso deja mucho cabos sueltos. – contentó Lulú con un tono que expresaba que lo que estaban hablando era sin duda una obviedad.
-       Sin duda es interesante. Yo te animo que lo hagas. Hoy es el día que empieza mi carrera y no hay nada mejor empezar uno su carrera de esta forma. Si sale bien, conseguiría hacerme súper famoso.
-         ¿Y si sale mal y caemos en un bucle infinito?
-         En ese caso tampoco sería malo. Porque cada día en mi vida tendría la oportunidad de conocer a Susana. – Esas fueron mis últimas palabras que dirigí a Lulú. Todos callamos unos instantes. Susana empezó a sonrojarse. 
¿Comprendéis ahora, queridos lectores, como ya os conté la historia como digo al principio? Divertido ¿eh?. Pues eso fue lo que les conté a mis padres y no me creyeron. ¿Y tú, por qué estas castigado?
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Me ha tocado realizar un relato de comedia o comedia romántica.

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