jueves, 26 de diciembre de 2013

Una ayuda navideña

Por William Casanova Santos.

1

Durante la víspera de Navidad, en una cabaña oculta entre pinos cubiertos de nieve, se encontraba Gabriel Herbas sentado en una mecedora envuelto en un grueso y suave cobertor junto a la chimenea mientras leía por segunda vez El Cazador de Sueños tomando de sorbo en sorbo una taza de café que dejaba asentado a su lado en una pequeña mesa de estar.
Su hermano de 11 años entró al cuarto donde estaba Gabriel para acercarse y darle el aviso de que la mesa estaba lista. Pero Gabo estaba tan absorto en sus pensamientos y en el libro que tenía a las manos que no se percató de la entrada de este. Su hermano se posó junto a él para dejar a un lado los audífonos que traía en las orejas dejando en media sinfonía True North lo cuál no dejó a Gabriel muy feliz.
          -         Diles que ya voy.
          -         ¿En cuanto tiempo? – Quiso saber su pequeño hermano
          -         En 5 minutos, y si no, recuerda mis palabras y espera otros 5 y así.
          -         Ya apúrate –La broma no le causo gracia, sólo lo enojó- Se enfriará tu comida.
Exhaló con mucho cansancio y enojó por su lectura interrumpida. Se levantó dejando caer el cobertor y mostrando su camisa con un estampado del álbum Stranger Than Fiction y desconectó sus audífonos para alertar a su hermano de que iba en camino, pero se quedó varado e inmóvil unos momentos con la vista fija en el libro queriendo terminar mínimo el capítulo en el que estaba antes de ir a la mesa.
“Jódete y baila” Hizo una mueca de risa. “Vengo en son de paz para toda la humanidad. ¿A alguien le apetece una salchicha?” Lanzó una breve carcajada y cerró el libro con brusquedad nomás para asustar a su hermano y lo colocó con mucho cuidado en la repisa entre El Resplandor y Ojos de Fuego. Miró a su hermano, le dijo que era adoptado y se encaminó a la mesa.
En la mesa se encontraban todos sus familiares cercanos. Tíos, tías, primos, sus abuelos y alguno que otro familiar que rara vez veía, platicando y riéndose a gritos. Deseaba no haber olvidado los audífonos y celular en su cuarto, pues todo el ruido de la mesa lo alteraba. Hubiera estado tranquilo, es más, hasta hubiera sido perfecto que se haya llevado el plato de su comida a su cuarto y ahí lo hubiera devorado mientras proseguía con su lectura. Pero su madre no lo dejaba, quería que conviviera con la familia. Pero era algo imposible. No porque no quisiera, claro que podía, pero siempre algunas de sus bromas, aunque fueran simples palabras, terminaban alterando a algún familiar o incluso ofendido por no saber captar el humor de este.
Como deseaba Gabriel que algo pasara para que esa Navidad no fuera tan aburrida. Deseaba estar con su novia y pasar la Navidad con ella, pero igual se fue de viaje con su familia. Ahora deseaba una invasión alien. Sería una gran excusa para ausentarse. Una vez con el plato en su lugar le dio una probada al espagueti verde, el cuál estaba muy rico a su perspectiva. Luego le dio un mordisco a un poco de pavo.

2

Hubo una explosión no muy lejos de donde estaban. Todos trataron de asomarse por la ventana y algunos salieron para ver el humo saliendo entre los pinos. Gabriel salió quemando fuego y empezó a alejarse. Les dijo a sus padres que no se preocuparan, que le daría un vistazo rápido y regresaría, pero que ellos se quedaran para que estuvieran seguros y que llamasen a la policía. ¡Al fin una magnifica excusa traída por su Deus Ex Machina sólo para pasar otros cinco o diez minutos solo!
A poca distancia de la explosión, Gabriel vio algo moverse entre los grandes pinos así que se ocultó en un arbusto para observar. Y lo que observó fue… era… ¿El Sr. Gray? ¿Cómo era eso posible? Pero lo era, y estaba buscando algo en lo que parecía un trineo pintado al rojo vivo y algunos cadáveres de renos frente a él. A los cuerpos les faltaban partes. Sr. Gray se los habría comido.
Gabriel, exaltado, pero no asustado, se agachó para tratar de encontrarle alguna explicación, cuando una mano ensangrentada lo agarró del tobillo. Era un hombre bonachón con cabello y una gran barba blanca con manchas rojas de sangre. Era Santa Claus. ¡¿Era Santa Claus?! No, eso no podía ser. Gabo se inclinó a pensar que eran puras casualidades, gente vestida y disfrazada como tales personajes para jugar o asustar a las personas que estuvieran cerca, e incluso algún rodaje de alguna película, pero “Santa” le explicó todo lo ocurrido. Lo que le sorprendió a Gabriel es que Santa no usó palabras para explicarlo, usó una conexión mental donde vio todo lo que necesitaba saber. El Sr. Gray deseaba la magia de Santa para llevar sus planes a cabo. Y Santa le pasó la magia que pudo a Gabriel antes de cerrar los ojos para nunca más abrirlos.
Gabriel salió de su escondite para enfrentarse al Sr. Gray y ponerle fin a esto.
          -         ¡Maldito! ¡¡Mataste a Santa!! ¡¡¡Y ahora te mataré a ti!!!
Fue una batalla tan épica que resulta casi imposible describir toda la acción que hubo. Hubo tantos golpes e insultos por parte de ambos. Tanta sangre brotando de ambos. ¿El Sr. Gray tenía sangre? Eso no importaba. Lo que importaba era que Gabriel no tenía la suficiente magia para detener al Sr. Gray. Este era mucho más poderoso y parecía casi intacto, incluso después de su batalla.
Pero a Gabriel se le ocurrió una idea. Usar su poder de telepatía para contactar a todos los niños del mundo para que levantasen las manos y creyeran en Santa. Todos lo hicieron y su fe hizo que santa regresara a la vida. Pero el Sr. Gray aprovechó esto para desviar parte de esa magia y usarla para volverse más poderoso que antes. Santa y Gabriel estaban en un verdadero apuro. ¡Las botellas de vino se iban a abrir y no estarían presentes para eso!
Por suerte Gabriel recordó algo que creía olvidado, algo oculto en el fondo de su bolsillo. Era la única esperanza que quedaba y todo lo que ocurría, dependía de lo que se encontraba en el bolsillo de su abrigo. El arma más poderosa y efectiva que podía haber, y si eso no funcionaba, nada lo haría.
Cerró los ojos con fuerza y lo extrajo de su bolsillo para ponerlo en marcha. El Sr. Gray lo miró con atención.
          -         Ya Sr. Gay, digo, Gray, cómase un Snickers –El Sr. Gray lo agarró y le dio un mordisco- ¿Mejor?
          -         Mejor –Ahora parecía E.T.-
Santa hizo explotar la cabeza del Sr. Gray/E.T. y de pronto todo había vuelto a la normalidad. Santa revivió a sus renos y le dejó a Gabriel como regalo una Playstation 4 y una X-Box One como agradecimiento por…
-         ¡Hey! No tienen juegos.
Como agradecimiento por haberlo ayudado. Gabo regresó a su casa con sus consolas. Sus familiares no se percataron de que se había ido y nunca sabrán que ese día, fue el día en que Gabriel Herbas salvó la Navidad.

3

Gabriel Herbas despertó en una camilla de hospital con la visión borrosa, sediento, mareado. Su padre, sentado junto a él, lo ayudó a beber un vaso con agua con cuidado y le explicó todo. Al parecer, cuando comió aquél pedazo de pavo no se percató del hueso que tenía y se le atoró en la tráquea asfixiándolo y dejándolo en coma por tres años. Bueno, fueron unas cuantas horas, simplemente su papá quería vacilarlo por primera vez como venganza.
Una vez que le dieron de alta y de nuevo en su casa, le contó a su hermano el sueño que tuvo.
          -         ¡Já! Que final tan patético y tonto, justo como las de ese señor que hace esas historias.
          -         ¡Cállate! -Gritó Gabriel- ¡Tú no sabes nada, sólo has visto las películas!
Sea como sea, Gabriel Herbas aprendió una valiosa lección que recordará el resto de su vida y tratará de que ese mensaje sea transmitido de generación en generación. Si comes pavo, cuida que no te toque hueso.

En realidad todo eso pasó, pero no como lo recuerda. Mientras se asfixiaba y caía en coma, Santa extrajo su esencia para que lo ayudara, y una vez terminada la dolorosa batalla donde incluso el verdadero monstruo había alcanzado a sus familiares y torturado a unos cuantos, modificó sus recuerdos (junto con el de su familia y sanado a varios) para que olvidara el tormento que pasó esa noche cambiándolo por algo torpe para que se riera cada que pensara en aquello en vez de llorar. 

3 comentarios:

  1. Retrato claro de la era fantasiosa del chico.
    Entretiene y ameniza,fluye.

    ResponderEliminar
  2. Jajajaja me gustó mucho, me hizo reír (mucho también). Y debo decir que el autor acertó en muchas cosas a pesar de la poca información que agregué. Me gusta el café, me gustó "El cazador de sueños" a pesar de no ser una de las mejores de King y preferiría estar solo que acompañado de demasiada gente en navidad.
    Ahora, también debo decir que pareciera que el autor escribiera el relato el mismo dia de la entrega, fue la impresión que me dio.
    En general, muy buen relato, divertido de una forma que yo no puedo escribir.
    Gracias!

    ResponderEliminar
  3. Me gusto, de todas formas me resulto algo entreverado, que se puede esculpir para sacarle algunas partes y que quede aun mejor.

    saludos
    lectora michelle

    ResponderEliminar