Seudónimo: Sir Gregory Lestrange.
Autora: Carmen Gutiérrez.
Tenerlo sentado en mi salón después de
cuarenta años era tan molesto como acostumbrase a caminar con bastón y aceptar
la vejez.
Dos ancianos envueltos en un incómodo
silencio, mirándose a los ojos. Los saludos formales ya habían pasado, las
preguntas sobre la familia y amigos antiguos ya habían sido respondidas, el
ofrecimiento de un vaso de vino y la respuesta afirmativa ya habían dejado su
fantasma en la habitación. Él parecía vacilante, indeciso; y yo disfrutaba el
verlo así.
—¿Dejaste de pintar por
Marissa? —preguntó por fin.
—Eso no te importa.
—¡Vamos! ¿Después de
todo este tiempo seguirás molesto por lo mismo?
—Me abandonó y se fue
contigo —dije señalando el
cuadro “Marissa y la barca” en la pared—,
después de llamarme pintor mediocre de
mierda.
Se preparó para irse, el bastón se veía
natural en él.
—Al menos se despidió de
ti —dijo ya en la puerta—. A mí me dejó sin decir nada.
Sonreí.
El cuadro en la pared
mostraba a Marissa viéndome, con la mano en la barbilla, hermosa y aburrida, al
fondo, el maldito perro faldero. La pintura en mi sala seguía inmóvil, al igual
que el cadáver de Marissa en mi jardín.
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