lunes, 5 de octubre de 2015

No puede ser


Seudónimo: Sorolla.
Autora: Marje Musa.


—¡Hijo mío, hijo mío, aguanta, aguanta! —gritó Javier.
—Javier, se ha ido. No podemos hacer nada más —susurró Pedro.

El padre cayó sentado hacia atrás tan exánime como su hijo. No lo podía creer, Javi, su Javi había muerto a consecuencia de ese ridículo accidente en el barco. Imposible de entender y lo peor … ¿Cómo decirle a su madre, que Javi ya no …, que Javi está ...? Las sienes le estallaban, sus ojos derramaban tantas lágrimas que parecía que se le iba a secar el alma. El mundo había dejado de ser real … No, su hijo no podía haber muerto antes que él, no. Un vacío empezó a llenar su pecho entre los pedazos en los que se había roto su corazón.

Por fin, consiguió volver, cual autómata tomó a su hijo en brazos y comenzó a caminar hacia ella, su madre. Abrió la puerta del hogar. María los miró, en ese momento se la oyó morir por dentro aunque ni un grito, ni una lágrima. Se lo comió a besos para despedir a su bien, a su amor, a su vida.

1 comentario:

  1. Me encantó que mi microrrelato tuviera que basarse en este cuadro porque dentro de la pintura, Sorolla es de mis autores favoritos. Si bien prefiero su etapa posterior llena de luz, de alegría, de mar.

    ¡Aún dicen que el pescado es caro! de Joaquín Sorolla y Bastida)

    Este...cuadro,...pintado...durante su juventud con argumento social, ...Además, es seguramente el más sentido de todos ellos en la hondura de su significado, por representar un asunto tan sensible a las vivencias de las gentes de su tierra natal (Valencia, España), logrando con él una de las escenas más emocionantes de la pintura española del realismo social de fin de siglo. …
    Muestra el interior de la bodega de una barca de pesca, en la que un joven marinero...yace tendido en el suelo tras sufrir un accidente durante la faena. Con el torso desnudo...el joven es atendido cuidadosamente de sus heridas por dos viejos compañeros de labor, con el semblante serio y concentrado. Uno de ellos le sujeta por los hombros, mientras el otro, cubierto por una barretina (gorro típico), le aplica una compresa en la herida, que acaba de mojar en el perol de agua que se ve en el primer término. Alrededor de los tres marineros pueden verse diversos aperos y, al fondo, un montón de pescados, apresados durante la accidentada jornada...
    En efecto, lo primero que despierta la emoción del espectador es la entereza callada y contenida de los viejos hombres de mar cuidando el frágil y desvalido cuerpo del muchacho herido, interpretado casi con la solemnidad dramática de una piedad profana, envuelta en una gravedad noble y viril...
    Por otra parte, la captación de la luz que penetra por la escotilla de la barca y baña en una clara penumbra su bodega y los enseres que en ella se guardan muestra las conquistas de Sorolla ya en estos años respecto a sus obras anteriores de este género en el manejo de los recursos lumínicos.
    Además, la audacia de su encuadre moderno, que desplaza acusadamente la perspectiva de la bodega hacia un lado para subrayar la sensación espacial del entorno en que se desarrolla la escena, deja ver la escalera por la que han descendido el cuerpo del joven pescador herido, dando así mayor profundidad a la composición, que se cierra con los reflejos plateados de los pescados amontonados al fondo.

    (Texto extractado de Díez, J. L.: Joaquín Sorolla. Museo Nacional del Prado, 2009, pp. 230-232).

    ResponderEliminar