Por Juan Carlos Santillán.
- “Te amaré por siempre”, me dijiste. Ni siquiera sabías lo que significaba. Yo sí. Yo sí sé lo que es “para siempre”.
- “Te amaré por siempre”, me dijiste. Ni siquiera sabías lo que significaba. Yo sí. Yo sí sé lo que es “para siempre”.
Aferra con
fuerza el rostro de ella. Le escupe en la boca.
-
¡Y me dejas una carta! ¿Sabes qué hago con tu carta?
¡Me limpio el culo con tu carta de mierda, eso hago! ¡Mira!
Estruja
el trozo de papel. Se pasa la bola apretada entre las blancas nalgas,
lástimándose la delicada piel del ano hasta hacerla sangrar. Luego pasa el
papel manchado por el rostro de ella.
-
¡Mira,
mamá: un ángel!
Miguel
voltea, airado. Fulmina al niño con la mirada.
- ¡Soy
un arcángel, estúpido cachorro humano!
-
¡Mi
hijo!
La
madre abraza el cadáver del niño, llorando y gritando. Fulmina también a la
madre. Se yergue, desplegando las alas en toda su dimensión. Lanza un alarido. Cae de rodillas.
-
Me
siento mareado.
Vuelve
a coger el rostro de su amada muerta. Lo limpia. Coge el frasco de veneno de su
mano.
- ¿Cómo
se te ocurrió que matándote estaríamos juntos? ¿No sabías que los suicidas no
entran? ¡Y ahora ya no estás! ¡Por eso tengo que hablar a estos despojos
miserables que ya no son tú!
Arroja
el cadáver a un lado.
-
Ahora entiendo por qué hablan a los cadáveres, a las
cenizas, al mármol, a las fotos. Porque ya no pueden hablar al alma y no lo
entienden. Porque
cuando uno sufre se vuelve estúpido.
Intenta
incorporarse de nuevo, pero no lo logra. Todo le da vueltas.
-
¿Qué
mierda me pasa?
Cae
de costado. Ve la enorme mancha roja en el suelo. Se palpa el ano. Observa su
mano manchada. Lanza
una gran carcajada.
-
¡Me estoy desangrando! ¡Se supone que soy inmortal! ¡Y tu carta…!
Cae
de bruces. Se arrastra hasta el cadáver de ella. Le susurra al oído.
- ¡Tu
carta me ha matado!
Extiende
las alas por última vez, cubriéndolos a ambos. Y expira. Un chico pasa por ahí.
Captura la imagen y la sube a la red. Un instante después, todo el mundo puede
ver el ano sanguinolento del arcángel muerto. La imagen se vuelve popular.
El
muchacho sigue caminando, feliz.
14.08.16
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