martes, 16 de agosto de 2016

una nota de amor

Por Conxita Casamitjana.

Marta ojeaba el libro, uno de esos de autoayuda, intentando encontrar una respuesta mágica que la ayudara a sobrellevar la angustia que últimamente sentía, cuando la nota se deslizó hacía sus manos.
“Yo solo puedo estar contigo o contra mí”.
La giró, no había nada más escrito. Sintió una descarga de energía. ¿Quién escribiría algo así? ¿Para quién? No sabía el motivo pero aquellas ocho palabras la habían emocionado.
Con el libro en la mano se dirigió a la recepción de la biblioteca—. Hola, ¿me puedes decir quién ha reservado este libro antes?— Sonrió mientras le enseñaba el título.
La bibliotecaria la miró con cara de pocos amigos: —No.
Ella no esperaba esa rotunda y escueta respuesta y añadió, a toda velocidad, la justificación a su petición: —Se han olvidado una nota importante entre sus páginas.
De nuevo la otra alzó los ojos sin ningún interés: —Dámela y nosotros se la haremos llegar al propietario.
Marta negó, frustrada apretó sus labios, aquella bruja no iba a colaborar y ella se moría de ganas de saber quién la había escrito y el por qué. Se alejó sin decirle lo que pensaba de ella y en la mesa conectó su portátil, tecleó el mensaje en el buscador: 0.80 segundos, 13.500 resultados. Se sorprendió al ver que la frase existía y era de un tal Benjamín Prado, un escritor de quién no había oído hablar nunca, aunque bien pensado ella tampoco era muy leída.  Estuvo tentada de cerrar la página e ignorar esa nota pero algo en el trazo seguro con que estaba escrita no le permitió olvidarse, continuó leyendo en el ordenador.
"Nunca es tarde para empezar de cero / para quemar los barcos, / para que alguien te diga: / yo solo puedo estar contigo o contra mí / Nunca es tarde para cortar la cuerda, / para volver a echar las campanas al vuelo, / para beber de esa agua que no ibas a beber / Nunca es tarde para romper con todo, / para dejar de ser un hombre que no pueda / permitirse un pasado".

De nuevo, sintió las emociones a flor de piel. Miró a su alrededor, ella que tanto luchaba por controlarse estaba a punto de perder el control, nadie la observaba y sí, entonces, se permitió recrearse en el significado de esas palabras para ella. Su agotamiento al prohibirse sentir, sí, quería amar de nuevo, perdonarse, darse un espacio para, eso que estaba tan de moda, reinventarse. Recordó los últimos meses a toda velocidad: ansiedad, ese seguir sabiendo que no iba, culpa, opresión, claustrofobia, ahogo y miedo. No, no era aquello lo que quería.
Siguió leyendo esos versos, llenándose de energía, descubriendo que quería dejar de vivir con miedo intentando gustar a todos menos a sí misma, deseando que sus días tuvieran sentido y no ser más una secundaria en su vida y eso, implicaba romper con la persona que siempre había sido. No más quejas, no más excusas ni dilaciones.
Leyó de nuevo la nota acariciándola con las yemas de sus dedos. Olvidó a quién la había escrito y sus motivos, eso ya era lo de menos. Recogió sus cosas, ignorando el libro de autoayuda y salió de la biblioteca. Marcó un número.
—¿Carlos, podemos vernos? Sí, es urgente. Sí, quiero que sea ahora. ¿En media hora? De acuerdo.
Marta suspiró aliviada, sabía qué quería hacer.
Ya no es tarde / y si antes escribía para poder vivir, / ahora/ quiero vivir / para contarlo".

Sonrió. Iba a vivir, a volver a enamorarse de su vida.

No hay comentarios:

Publicar un comentario