domingo, 5 de febrero de 2017

La búsqueda de Adriana

Por Carmen Gutiérrez.

     Pero le traje un café…-dijo ella con timidez.

     Sí, es cierto. Perdone por eso. Nunca un “correcto” se me había acercado con buenas intenciones respondió él con una mueca y luego agregó al ver que la chica parecía confundida—; un “correcto” es alguien como usted. Personas que están haciendo lo que se supone que deben hacer, tienen un trabajo, una casa, una familia ¿Sabe cómo?

     ¿Usted fue un “correcto” alguna vez? preguntó ella sonriendo.
   
     Hace mucho tiempo. La gente piensa que somos diferentes, que algunos estamos locos se llevó el  índice  sucio a la sien y lo giró levemente. Pero nosotros buscamos lo mismo que ustedes. Comida para un día, un techo donde dormir, un abrigo para las noches heladas, pero no podemos quedarnos en un solo lugar y estar encerrados en una oficina no es una opción ¿Sabe cómo? No encajamos en nada.

     ¿Le gusta el café?

     Es bueno dijo dando un sorbo a su bebida, colombiano con fuerte aroma. Ah, no se sorprenda. Soy un vagabundo, pero no siempre lo fui. Hay una cafetería en el centro que me da una taza o dos en el invierno. Tengo un fino paladar y soltó una carcajada que mostró una dentadura casi perfecta, si el sarro no fuera tan evidente.

     Siguió riendo a carcajadas por algo que sólo a él le parecía gracioso. Adriana lo observó con interés; usaba una camisa de leñador con un suéter debajo, pantalones de lona raídos por las rodillas y guantes que no eran par. Parecía un vagabundo, sí, por la suciedad y su morral del ejército pero no parecía tener más de cincuenta años ni pasar hambre. Se llamaba Rey, que bien podría ser por Reynaldo…

     ¿Ha visto esa película? señaló Rey a un viejo cartel del otro lado del parque. En la imagen aparecía Will Smith con su hijo, Will llevaba un maletín y el niño una mochila a la espalda mientras un rayo de sol detrás de ellos daba la impresión de un atardecer“En busca de la Felicidad” dijo ensanchando los brazos como para dar importancia al significado.

     Sí, hace años.

     ¿Le gustó? Rey parecía muy interesado en su respuesta.

     Es bonita. Triste pero con un bonito mensaje.

     Es el mensaje el que importa ¿Sabe cómo? sacó un cigarrillo arrugado del bolsillo de su camisa y lo encendió Vi esa película en el centro, en ese viejo cine. Una pareja de gringos me había pagado cien grandes por tener sexo con la mujer, era una foca pálida con un buen par de tetas que se movía como poseída… saliendo del motel me encontré este boleto de cine así que aproveché la oportunidad. Los gringos me habían dado un baño y ropa limpia así que parecía un correcto

     Dio una calada larga a su cigarrillo y Adriana tuvo un extraño pensamiento. Por un segundo se imaginó a Rey sobre ella, desnudo, jadeando. Se lo imaginó limpio con la larga barba recorriendo sus pechos. En ese escenario incluso la enorme cicatriz de Rey que le cubría parte del ojo derecho parecía excitante. Con un estremecimiento alejó el pensamiento y cruzó las piernas.

     Pero el cartel continuó Rey ajeno a los pensamientos de la chica, no dice nada de lo que será la historia ¿Sabe cómo? Yo pensé que sería una película de negros, en un barrio negro y que el tipo ese estaría todo el rato tratando de sacar a su hijo de las drogas o algo.

     En cierto modo así es ¿no? preguntó ella y agregó Will está toda la película tratando de eliminar los paradigmas de ser negro en mitad de los ochentas.

     Sí. Trata de ser un negro metiéndose en el paradigma de un blanco volvió a reír.

     Adriana se vio de pronto sonriendo ante la ocurrencia, pero seguía preguntándose porqué estaban hablando de una película vieja.

     Mi punto es dijo Rey como si adivinara sus pensamientos, que uno ve las imágenes como ve a las personas. Esa foto no dice nada de la historia, deduces que será una lucha porque la felicidad se esconde entre más la persigas, pero puede ser diferente para cada uno. Para el protagonista, al menos lo que nos dice la historia, la felicidad es un buen empleo que le dé suficiente dinero para mantener a su hijo y que éste no termine vendiendo drogas, esa es su felicidad.

     Pero aun no entiendo… 

     Cuando usted se acercó a mí hace un rato pensé que venía a acusarme de violación o algo así. Ha pasado. A mi amigo Pelucas lo arrestaron porque una mujer que le fue infiel a su marido y quedó embarazada dijo que la habían violado en la plaza. Así que al igual que a la película, yo la juzgué a usted en un inicio. Ahora estoy tratando de saber qué demonios quiere y a donde me llevara esta historia.

     Adriana guardó silencio. Trató de decirlo pero los ojos negros de Rey se clavaban en su mente y no podía concentrarse. Lo había observado por días, y no podía dejar de pensar en él desde que lo vio sentado en la acera cuando ella iba para la universidad. Había imaginado diez escenarios posibles en los que hablaba con él y no se había preparado para un vagabundo filósofo que hablaba de películas sentimentaloides. De pronto los billetes que llevaba en el bolso le parecían un despliegue iluso de su parte.

     Yo te ví hace unos días dijo por fin-, mi padre era policía así que me enseñó a memorizar a la gente que me encuentro día a día, a los vecinos, a los empleados…
    
     Y a los vagabundos…completó él.

     Sí, pero no vengo a buscarlo para acusarte de nada. Yo…el edificio donde vivo tiene un sótano que nadie usa. Tengo la llave y pensé en dejártela para que…ya sabes…la uses esta temporada, con las nevadas y eso; dicen que este invierno será muy crudo.

     Rey la miró con escepticismo. Le había pasado de todo en la vida pero lo malo siempre había venido de alguien “correcto” y ahora esta muchachita veinteañera de cabellos cortos y ojos cafés venía a darle un refugio para el invierno.

     Si algo nos enseña el cine, chica dijo después de analizar sus opciones—, es que nada viene gratis. Nadie da ni el saludo sin esperar, al menos, un saludo de vuelta. El sótano me caería de perlas, pero no sé qué quieres a cambio.

     Ella se puso de pie y le dio la espalda. Se miró las manos y luego habló con voz temblorosa.

     —Cuando mi padre se jubiló pasó varios años tratando de buscar cosas que hacer con su tiempo libre pero encontró al alcohol y se fue de casa. Hace dos años me avisaron de su muerte. Lo encontraron congelado en Canadá, vivía como vagabundo y se dedicaba a beber y pedir dinero para comprar más bebida. Me prometí ayudar a alguien que estuviera en la misma situación que él. Si alguien en Canadá le hubiera ofrecido aunque sea un abrigo…

      Él se puso de pie y le colocó una mano callosa y ruda en el hombro. Quizá tenía razón en que nada era gratis. Quizá él le arreglara la calefacción o alguna fuga sin cobrarle nada mientras ella le ofrecía refugio. Quizá limpiaría los pasillos del edificio o sirviera de protección; podría hacer esas cosas mientras pasaba el invierno y él pudiera moverse y cambiar de ciudad. La chica parecía muy joven y ¡qué demonios! Tampoco era un adefesio, parecía amable, además no se había alejado cuando la tocó.

     Adriana le sonrió y desvió la mirada al notar la suya. Él le hizo un ademán y comenzaron a caminar. La gente los miraba al pasar. Formaban una curiosa pareja, algunos los vieron pasear con sus respectivos vasos desechables llenos de café, hablando de calderas y puertas, de llaves y entradas.

     Mientras pasaban frente a una  cafetería llena de estudiantes, Adriana se tropezó y Rey se apresuró a sostenerla. Una chica de lentes los grabó con su celular cuando ella se arreglaba el abrigo y él le tendía la mano, subió el video a internet y se volvió viral con el #FéEnLaHumanidadRestaurada antes de que ellos llegasen al edificio.

     Rey esperó en la entrada mientras ella subía a su apartamento y bajaba algunas mantas y almohadas, rodearon el edificio y Adriana le dio una pequeña llave.

     Abre dijo señalando una puerta metálica, si este va a ser tu  casa estos meses debes cuidar la llave.

     Rey obedeció y la puerta lo llevó a una angosta escalera de metal.
     ¿Sabes? dijo tomando las mantas de los brazos de la chica Una de las cosas que hizo que el negro ese de la película sufriera más de lo necesario, es que nunca admitió que necesitaba ayuda. ¿Sabes cómo? Si él hubiera dicho en algún momento que necesitaba dinero para su hijo, quizá alguien le hubiese ayudado dijo mientras bajaban.

     Bueno, tú no dijiste nada y yo me ofrecí a ayudarte.

     Pero, niña, mi situación es obvia dijo con una risita dejando las mantas en un pequeño catre junto a la caldera. Yo no ando por la calle vestido de traje, lo que ves es lo que hay y se señaló de cuerpo entero.

     Adriana sonrió un poco, se sentía más confiada y tranquila; durante la mañana, mientras planeaba encontrar a Rey, le preocupaba que él intentase atacarla o robarle, y  dejarla desangrándose en el sótano.

     No tengo mucho dijo recordando los billetes en su bolso y se los entregó a Rey, pero quizá puedas comprar algo de cenar. No voy a tener mucho que compartir, pero si necesitas algo puedes pedirlo.

Rey se sintió incómodo. Pensó en rechazar el dinero pero recordó que por estar hablando con la chica no había pedido en la avenida de siempre así que se lo guardó tratando de hacer que sus manos no temblaran.

Hay una puerta que conecta al sótano con el edificio, soy la encargada del mantenimiento así que sólo yo tengo la llave. Te la voy a mostrar en caso de cualquier emergencia.

     Rey comenzó a seguirla, confuso. Esa chica lo confundía. No había puesto ninguna regla, no había dicho “por favor no robes nada” o “No puedes entrar aquí”. Ella daba por sentado que él se comportaría bien. No le había preguntado si bebía o si se drogaba. Tampoco le había impuesto condiciones ni plazos. Simplemente le daba un lugar donde pasar el invierno. Quizá eso era la felicidad.

      Adriana rodeó la caldera y lo guió por un pasillo hasta una puerta, le dio una llave y le hizo un ademán para que se acercara a abrir. Él la miró a los ojos y sonrió, la cicatriz en el rostro se estiró tanto que sintió un tirón en el musculo de la frente. Hacía años que no sonreía tanto. Tomó la llave pensando en la mano de ella sobre su hombro. Lo tocaba. No quiso hacerse muchas ilusiones pero su cuerpo no estaba acostumbrado al contacto femenino, ya ni recordaba cómo se sentía tener a una joven entre sus brazos, aunque podría ser su hija.

     La llave no entra dijo sin volverse, quizá esté equivocada…

No pudo continuar, Adriana rodeó su cuello y lo degolló con una navaja de afeitar que llevaba oculta en el abrigo. Rey trató de luchar a pesar de que no podía respirar y sentía el calor de su sangre empapando su pecho, pero Adriana se alejó por el pasillo, retrocediendo, encantada ante el horror que los ojos del hombre reflejaban.


Mi padre violó a tres niñas en Canadá antes de morir dijo ella con tranquilidad, no fue sino un alcohólico desde el principio que abandonó a su familia en busca de su felicidad ¿Sabes cómo? dijo ella imitándolo. Si algo nos enseña el cine, Rey. Es que la gente puede cambiar, pero la escoria es escoria aquí y en China. No puedo saber que andas por aquí y esperar a que seas una buena persona, Rey. No puedo arriesgarme a que toques a las niñas de mi vecina. No voy a permitir que robes o violes a alguien sólo porque está de moda pensar en que la gente es buena Limpió la navaja con la camisa ahora más sucia de Rey y agregó¿Sabes cómo? pero siempre hay que limpiar muy bien la sangre… el cine enseña muchas cosas…          



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