miércoles, 13 de diciembre de 2017

--SIN TÍTULO--

Por Luna Droz.

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Era ese sueño, ese maldito sueño que lo atormentaba años después. Se levanto empapado en un sudor frio aturdido y desorientado, se encamino hacia el baño, frente al espejo contemplo su reflejo, sus heridas de guerra su cara mutilada y su brazo faltante. Era difícil olvidar el infierno que vivió en los campos de concentración nazi cuando su reflejo se lo recordaba todas las mañanas. Había caído en uno de los campos junto con otros soldados norteamericanos al sufrir una emboscada. Se lavo la cara y se dispuso volver a la cama junto a su mujer que dormía a su lado. Vanamente intento conciliar el sueño, las imágenes recorrían su mente en una especie de Flashback. Había perdido el brazo y parte de su cara al intentar escapar por un campo minado, lo que había sucedido después no lo recordaba con claridad. Había recobrado la conciencia en un cuarto sucio y oscuro sin saber donde estaba. Deliraba de fiebre a causa de las infecciones de sus heridas, las del escape y las que recibía por parte de los oficiales, ese era el castigo por intentar escapar. Cada tanto aparecía alguno de ellos para hacerle preguntas sobre los planes del ejército norteamericano.
La noción del tiempo era inexistente, no le daban agua ni comida, sus heridas seguían infectándose. Muchas veces se vio obligado a beber su orina para no morir deshidratado. Vivió todo ese infierno deseando cada segundo su muerte.
Parte de su memoria había reprimido todo lo que había vivido en ese infierno nazi, lo que vivió el y lo que le toco ver, las torturas hacia las otras personas eran terribles, en sus pocos momentos de lucidez pensaba como un ser humano era capaz de semejantes atrocidades, como se sentían dueño de la vida ajena y como dios si es que habría algún dios permitía que los torturen de esa manera. Muchas veces al despertar atormentado en el medio de la inmensa oscuridad se preguntaba si realmente no había muerto y eso era el infierno si era el castigo de dios por todas las personas que mato en la guerra antes de ser capturado.
Recordaba haber despertado en una especie de hospital, una persona limpiaba sus heridas, su cara era borrosa como todo lo que había vivido, vagamente se disipaba en su mente como una persona se disipa entre la niebla de un callejón oscuro. La persona le dijo que se encontraba a salvo, Que la guerra llegaba a su fin, le pregunto si recordaba su nombre y se sorprendió al descubrir que no había pensado en eso en todo ese tiempo, como si la persona que habría sido antes de que inicie la guerra ya no existía, intento recordar y lo logro, se llamaba Juan. Todo parecía tan lejano… aun sin tener noción del tiempo se durmió y en su interior sintió el deseo de no despertar jamás. Pero despertó. Al abrir los ojos se encontró con los de su mujer, Ella lo miro y en sus ojos el noto un destello de lastima y rechazo al examinar su cara y lo que quedaba de su brazo derecho. Cuando Juan ya había recobrado la conciencia le conto que la guerra había terminado cuando Estados Unidos lanzo bombas atómicas a Japón.
Para cuando la guerra fría comenzó ellos ya se encontraban lejos tratando de rehacer su vida. Con el tiempo tuvieron dos hijos que crecieron sanos y fuertes.
Todo eso había vuelto muy de repente, era mucho para recordar en una sola noche, el estomago se le revolvió a causa de los recuerdos. Miro a su lado y ahí se encontraba su mujer durmiendo serena como todas las noches, ella no tenia recuerdos que la atormentasen. Se dispuso a dormir y para su sorpresa lo logro, por la mañana llegarían sus hijos a pasar navidad con ellos. Por la mañana al despertarse todo lo de la noche anterior había quedado casi en el olvido.

Preparo café y se dirigió hacia la tienda a comprar algunas cosas que necesitarían para la noche, ya se había acostumbrado a la mirada de pena de las personas, muchas veces veía esa mirada en su propia familia. El vendedor le pregunto si se le ofrecía algo mas y respondió que no, agarro las bolsas y se marcho. Cuando llego a su casa sus hijos ya se encontraban allí, lo recibieron con un abrazo y rieron toda la mañana recordando viejas cosas. El espíritu navideño se sentía por toda la casa, esa navidad prometía ser fabulosa. Cenaron y rieron como nunca. Bebieron vino y miraron la televisión, estaban viendo unos de los programas favoritos de su hija, ese en el que la familia debía responder una serie de preguntas para ganar un viaje a cualquier parte del mundo una cosa o cosas por el estilo. Por un momento sintió como si fuera el personaje de algún reality show o de alguna historia escrita por una adolecente aficionada a la escritura. Se sentía confundió, algo parecido a lo que se siente cuando uno tiene un déjá vu. Salvo que lo que sentía no era eso sino la sensación de estar viviendo en una realidad alternativa. Descarto la idea rápidamente, era una locura. Pero el trascurso de la noche le demostraría que quizá no era del todo una locura. La noche siguió su curso pero la sensación de realmente no estar viviendo no desaparecía, por un momento todo se torno oscuro, sentía nausea y mareos, les dijo a sus hijos y su mujer que quizá había tomado mucho vino y se marcho a la cama. Se recostó y eso no le ayudo mucho, la habitación le daba vueltas como si estuviera envuelto en un remolino feroz los colores se intensificaban y se apagaban a su vez. Las voces del piso de abajo se distorsionaban y aumentaban convirtiéndose en una especie de aullidos y gritos desesperados. Una vez en su juventud había experimentado con LSD y había tenido lo que llamaban un mal viaje, la sensación que sentía ahora era idéntica a la de esa vez, el terror se apoderaba de el. Estaba en la boca del huracán, envuelto en el remolino, mientras todo a su alrededor se distorsionaba. De repente todo se volvió oscuro, ya no sentía las voces del piso de abajo, intentaba gritar, pedir ayuda pero su voz se ahogaba en su garganta. Era como estar en una especie de túnel oscuro. Empezó a escuchar voces débiles y en la desesperación trato de seguirlas, estaba perdido en el medio de esa oscuridad cuando de repente una luz blanca se intensifico delante de sus ojos como si hubiera encontrado la salida de ese túnel tenebroso, pero lo que vio lo asusto aun mas que la propia oscuridad, se vio tendido en una cama y a su alrededor había otras personas que no podía reconocer. Lo que lo asusto no fue verse a el en una cama sino en el estado en el que se encontraba. Era exactamente como había despertado en ese hospital después de que la guerra había terminado, pero a diferencia de que su mujer no era como había sido siempre, simplemente no tenia rostro al igual que las demás personas que la rodeaban, pronto se dio cuenta que ya no podía recordar el rostro de su mujer, con la que había estado apenas unos minutos antes siquiera podía recordar la de sus hijos tampoco, de repente ya no podía recordar nada. Aterrado intento huir por donde había llegado ahí pero al darse vuelta el túnel negro se alejaba cada vez mas hasta quedar reducido a la nada misma. Las voces volvían a intensificarse y en su cabeza retumbaban como un eco que le recorría el cerebro entero y hacia explosiones en el. Lo último que pudo captar antes que todo quede en la oscuridad era ver a esas personas abalanzarse sobre él, tratando de asistirlo aunque para sus ojos parecían una manada de leones devorando a su víctima, todo al grito desesperado que explotaba en su cabeza “LO PERDEMOS”.

--FIN--

Datos del receptor:
- Nombre: Juan Esteban Bassagaisteguy.
- Dos aficiones: el fútbol y la escritura.
- Un lugar: Claromecó (provincia de Buenos Aires, República Argentina).
- Edad: 44 años.
- Lugar de nacimiento: Rauch (provincia de Buenos Aires, República Argentina).
- Estado civil: casado.
-Trabajo: contador público en forma independiente.
- A qué le tienes miedo: a las alturas.
- Dos libros: «Las tumbas», de Enrique Medina, y «Misery», de Stephen King.
Consigna: Relato bélico en el que se mencione o tenga que ver con la Segunda Guerra Mundial

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